martes, 11 de octubre de 2011

“LA DIVA SAHIBÍ”

Raúl Mestre.

Hablando con el Cheo Feliciano, recordé que por mucho tiempo estuve creyendo que la “Diva Sahibí”, una adivina que mi madre describe como una mujer toda pintorreteada, con el cabello recogido en un moño de dama antigua, con dedos largos, y cejas encontradas que tenia su consultorio en la vieja “calle Caldas”, -era la versión barranquillera de Lady Macbeth, el famoso monstruo de “pechos perversos” creado por Shakespeare.
Pero, el Cheo, me corrigió, me dijo que no, que “la Diva Sahibi” era una mentalista común y corriente, pero que cogiò mucha fama porque en una visita que Jorge Eliécer Gaitán, hizo a Barranquilla, a mediados de enero o febrero de 1948, ella le leyó la palma de la mano y le dijo que Juan Roa Sierra, un joven esquizofrénico que vivía en el barrio Ricaurte de Bogotá, lo mataría al mediodía del 9 de abril de ese año. De modo que el 9 de abril, cuando mataron a Gaitán, y la gente se enloqueció, el ñato Grau -un personaje popular en Barranquilla-, se fue corriendo a la casa de la Diva, tocó la puerta y como esta preguntó: ¿Quién es? El Ñato le dijo: ¡Adivina!
Y la “sabiduría” de “la Diva” la confirmó mi madre mas adelante, una tarde en que Cecilia, una prima hija de Soledad, quien supuestamente estaba “cansada de pegar botones en Siman Hnos.” y quería “buscar otra vida”, le dio a leer la mano para saber su futuro y ¿por qué todas las noches, mientras suspiraba de amor entre el zumbido del viento seco que entraba por la ventana, sentía la presencia en su habitación de un hombre alto, trigueño, buen mozo, de origen libanés que vivía en la calle San Blas?.
“la Diva Sahibí”, sin levantar la vista de la bola de cristal, y tal vez pensando que con esta cliente se le iba a componer el día, le respondió: “Ese es un gran hombre, pasa largas horas pensando en ti, pero es tímido y para conquistarlo tienes que comprarme “el talismán del amor”.
“Cecilia” salio del consultorio feliz con su talismán y se volvió fanática de la Diva Sahibí, decía que hablando con ella sintió “una cosa extraña en su cuerpo”, se le despertaron todos los deseos sexuales que tenia reprimidos y por eso aquella noche no durmió.
Cecilia, permaneció toda la noche despierta sentada desnuda en el borde de la cama; esperando la llegada del hombre pero como este no llegó, fue indignada a reclamarle a “la Diva Sahibí” quien le dijo: ¡Cálmate! Ya yo hice mi trabajo, Ahora tu tienes que buscarlo, perseguirlo, insinuártele: ¡Acósalo y veras que cualquier noche te cae!